Aquella noche de auditorio, repleta de entusiastas y amigos, Daína Chaviano leía algunos fragmentos de su obra, hoy consolidada y traducida a varias lenguas y que, acompañada de la poderosa vocal de Albita, a todos hechizaba, y a mí particularmente me hacía daño porque me obligaba a divorciarme del muchacho que era. Hoy advierto, acaso porque los años me han servido de distancia para entenderlo, que dicha entelequia fue producto ineluctable de su presencia. Daína tiene la belleza jurásica de esas mujeres que abundan en la Biblia. Peor. La fuerza que irradia su figura es totalmente literal... ¿A qué edad entendió que su destino era literario? (Texto completo en PDF).